1 de mayo de 2006

La cultura alimenticia de las sopas instantáneas

Los mexicanos ya no somos frijoleros

Isabel Zavala De la Rosa

Durante la última década el consumo anual de frijol disminuyó de 12 a 8 kilogramos por persona, lo que representa una caída de cerca del 33 por ciento; pero ya en 2004 el Consejo Mexicano del Frijol estimaba un descenso del 50 por ciento. Por otra parte, el consumo de maíz pasó de 130 a menos de 90 kilos, un descenso de 30 por ciento, lo anterior fue dado a conocer en la Revista del Consumidor de abril.
En su artículo Sopas “de vasito”, la Revista del Consumidor comenta que fue precisamente hace poco más de una década cuando llegó a México la marca Maruchan, botana a la que sólo hay que agregarle agua y se convierte en sopa. Señala que según información publicada por Grupo Reforma en 2003, esta industria nos vende 514 millones de vasos al año. De acuerdo con la Unión Industrial de Pasta Italiana en México, el sector de alimentos deshidratados y precocidos, en vaso y sobre, actualmente representa el 35 por ciento del valor del mercado total de pasta en el país.
Los consumidores de sopas instantáneas son un nicho interesante, pues datos publicados por la revista Día Siete en 2004 revelaron que los mexicanos consumíamos cuatro millones de sopas Maruchan al día, lo que representaba 15 por ciento de la producción mundial de esta marca, subrayó la publicación de la Procuraduría Federal del Consumidor.

¿Es culpa de mamá?

En 1997 se estimaba que uno de cada seis mexicanos presentaba una marcada tendencia de obesidad. Actualmente, en nuestro país la obesidad es considerada un serio problema de salud pública, pues según señaló el artículo, el 52 por ciento de la población la padece.
El consumo de sopas instantáneas no es la única razón de que este padecimiento haya aumentado a tal grado, pero sí forma parte de una transformación cultural alimentaria. Hoy en día todos los integrantes de una familia deben cumplir con diversas obligaciones, lo que incluye que cada vez más mujeres necesiten conseguir un trabajo fuera del hogar para aportar una entrada adicional al gasto familiar, fenómeno social que ha originado un cambio radical en los hábitos de alimentación, pues generalmente mamá ya no cuenta con el tiempo suficiente para preparar comidas completas y nutritivas.
En general son los estudiantes y los oficinistas quienes sobresalen en el consumo de sopas instantáneas. Son ellos quienes salen temprano de casa y regresan tarde, se trasladan de un lugar a otro y necesitan cubrir vacíos de ingesta alrededor del medio día, o simplemente deciden, uno o varios días a la semana, comer este producto debido a que es más práctico.
Pero además, uno de los aspectos más importantes a considerar es la imitación, sobre todo en los jóvenes, de costumbres alimenticias estadunidenses relacionadas con la comida rápida. El precio es otro punto relevante, pues es un producto relativamente accesible, que sin duda se puede adquirir en la tienda de la esquina o en el autoservicio.
Los resultados del estudio a sopas instantáneas realizado por el Laboratorio Nacional de Protección al Consumidor, revelan que todas las sopas analizadas –independientemente de su marca y sabor– son prácticamente iguales en el aspecto nutricional, pues ofrecen un aporte calórico de entre 274 y 334 kilocalorías, sus contenidos de proteínas oscilan entre 6 y 7 gramos, los de grasas de 10 a 14 gramos y los de carbohidratos entre 40 y 45 gramos.
En cuanto a las sopas de carne y pollo, simplemente no se detectó carne en ninguna de las sopas que declaran esos sabores en sus etiquetas, mientras que las indican contener camarón, presentan pequeños contenidos del crustáceo, pero no lo suficiente para contribuir de forma relevante en el sabor y en el valor nutrimental.

No hay comentarios.: