1 de agosto de 2006

Expone Profeco a yogures apócrifos

Isabel Zavala De la Rosa

La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), realizó un estudio de calidad a 90 marcas de yogures y otros lácteos fermentados nacionales e importados, encontrando que algunos de estos productos se ostentan como yogur sin serlo, ya que no contienen leche ni bacilos.
La Revista del consumidor publicó un artículo en el que indica que el yogur y demás lácteos fermentados se ofrecen en los comercios en diversas formulaciones y presentaciones; dependiendo de su consistencia los hay para beber o batidos (de consistencia sólida). Otras diferencias radican en los tipos y contenidos de grasa, proteínas lácteas y microorganismos vivos que contienen; también difieren en los ingredientes añadidos, pues mientras unos adicionan frutas, mermeladas, cereales o azúcar, otros agregan edulcorantes artificiales no calóricos, y la mayoría usa aditivos como almidón, grenetina y agar, entre otros, que cumplen diversas funciones, como darle mayor consistencia al producto. Todo esto hace que la formulación y aporte nutrimental de las diversas marcas de yogur y demás productos fermentados sean diferentes.
El laboratorio de Profeco aplicó 7 mil 120 pruebas a 65 de productos denominados yogur y 25 correspondientes a otros lácteos fermentados. La institución informó que 17 de los productos analizados que se ostentan como yogur presentaron fallas en su formulación, por ejemplo, no son fermentados a partir de leche y tienen baja acidez, lo cual es un indicativo de que no tuvieron o que fueron insuficientes las bacterias lácticas para hacer la fermentación (por lo tanto no contienen la cantidad mínima de microorganismos benéficos y en algunos casos están ausentes), o que son adicionados con grasa vegetal.
Otro problema detectado en algunos productos que cumplen con los demás requisitos para usar la denominación de yogur, o los demás lácteos fermentados, es que agregan más almidón del permitido. Cabe hacer notar que el exceso de almidón se da a costa de los sólidos de la leche, este aditivo aumenta el contenido de carbohidratos, y por lo tanto, se incrementa el aporte calórico en un producto que muchos consumidores esperan sea bajo en calorías.
Es importante destacar que en todos los casos se estudiaron muestras de lotes diferentes, adquiridos en diversos puntos de venta; se seleccionaron productos que estuvieran en refrigeración dentro de la fecha de caducidad y empaques cerrados que no presentaran deterioro. Cada muestra se sometió a pruebas para calcular la cantidad de bacterias benéficas vivas, contenidos de grasa y proteína, contenido de almidón, acidez y contenido de calcio, información al consumidor, así como la calidad sanitaria.
Según la Revista del consumidor, para asegurar que estos sean productos de calidad, la normatividad actual establece que tanto el yogur como los otros lácteos fermentados deben contener una cantidad mínima de un millón de microorganismos vivos (unidades formadoras de colonia por gramo UFC/g).
Asimismo, indicó que la norma también especifica máximos para la cantidad de ingredientes no lácteos añadidos –que no deben superar el 50 por ciento del producto–. Además, la grasa en el yogur debe ser sólo de leche, pero los demás lácteos fermentados pueden ser adicionados con grasa vegetal.
En cuanto a proteína, el yogur simple o natural debe contener por lo menos el mínimo de proteínas que contiene la leche, es decir, tres por ciento (calculando masa/masa); si es edulcorado debe contener al menos el 2.5 por ciento; y si se le agregan cereales, frutas o vegetales, el mínimo es de 2.2 por ciento.
Los alimentos y productos lácteos naturales deben tener un mínimo de 2.1 por ciento de proteínas provenientes de la leche; 1.8 por ciento si son edulcorados; y 1.6 por ciento en los adicionados con cereales frutas o vegetales. Vale la pena señalar que la normatividad también restringe el uso de algunos aditivos como el almidón, el cual sólo puede ser adicionado para cumplir su función tecnológica en una cantidad máxima de 0.1 por ciento.
Finalmente, el estudio de la Profeco reveló que mientras cuatro marcas de yogur u otros lácteos fermentados tienen desviaciones ligeras, en otras 16 firmas la desviación es considerable. Esto es importante porque hace que el producto sea menos nutritivo, además de no cumplir con la normatividad.

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