1 de noviembre de 2006

Biotecnología agrícola, necesaria para el desarrollo de México

Isabel Zavala De la Rosa

Las oportunidades que ha brindado la biotecnología a la agricultura del nuevo siglo ha convencido a pequeños y grandes productores de adoptar nuevas tecnologías. Actualmente más de 8.5 millones de agricultores distribuidos en 21 países –de ellos el 90 por ciento– cultivan productos genéticamente modificados en aproximadamente 400 millones de hectáreas, afirmó Carlos Camacho Gaos, presidente de AgroBIO México.
Israel y China son buenos ejemplos de desarrollo de investigación en agroalimentos, con un monto que haciende al 14 por ciento del gasto total de investigación en biotecnología de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), seguidos por Australia con un 12 por ciento; este liderazgo representa para México un aliciente ante la escalada dinámica de la globalización y la lucha por los mercados, precisó el funcionario en la entrega de Premios AgroBIO 2006.
Asimismo, manifestó que muchas deficiencias que enfrenta el sector agrícola mexicano requieren de novedosas soluciones tecnológicas, y la biotecnología ya ha probado ser una herramienta muy efectiva en nuestro país; un ejemplo es el cultivo de algodón, que en México se ha revitalizado gracias al uso de semillas modificadas; lo mismo sucede con el cultivo de soya tolerante a herbicidas. Es oportuno mencionar que en los dos casos, entre los años 2004 y 2005, las hectáreas que utilizan semilla genéticamente modificada se duplicaron.
“Como eje fundamental del desarrollo y equilibrio de la balanza comercial, es necesario que la agricultura en México enfrente simultáneamente los retos de rentabilidad, competitividad, equidad y sustentabilidad, previo a la desgravación definitiva del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en el 2008”, agregó.
Camacho Gaos afirmó que en el contexto de la reconversión energética e inversión en plantas de producción de etanol, “el 2008 no significa para México que estaremos inundados de maíz amarillo, muy por el contrario, es probable que el desabasto del mismo o bien el incremento en el costo de nuestras importaciones sea una realidad, para lo cual debemos estar preparados, adoptando tecnologías que hagan más rentable el cultivo de este grano y de otros”.
“En este sentido, nuestro país presenta un retrazo considerable; sin embargo, no podemos seguir a la expectativa, se debe potenciar al campo como un mecanismo generador de empleo e ingresos para más de cinco millones de familias”, subrayó.
Afirmó que las soluciones a estos problemas beneficiarán tanto a los productores como a los consumidores y la biotecnología puede hacer aportes muy significativos si es que ésta es aplicada y guiada por un marco legal responsable y apropiado a la realidad nacional.
De igual forma comentó que actualmente el gobierno aún no autoriza las siembras experimentales de maíz genéticamente modificado que se tienen contempladas. “Este retraso es de lamentarse, pues los perjudicados son los productores nacionales, quienes legítimamente han hecho un insistente reclamo por tener acceso a las tecnologías para hacer sus cultivos más productivos y por ende ser más competitivos ante el embate de nuestro socios comerciales. Además este retraso también frena el desarrollo de nuestros científicos”, comentó.
“Cabe destacar que México cuenta con un importante capital para desarrollar biotecnología y transformarla en una palanca para el desarrollo del sector agrícola; pero además existe una importante base científica con cerca de mil investigadores y alrededor de cien unidades de investigación con capacidades competitivas internacionalmente”, concluyó.

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